Secundar la pertenencia
Qué molestia esto,
cómo atrae mi atención.
Qué molesto evitarlo,
me sigue atrayendo un poco.
Y tapo el tiempo como si fuera mío.
Y tranquilidad mentirosa,
pues me vuelve a provocar esa cosa.
Salgo y está, fastidiándome,
no quiere que entienda su palabra: “estética”;
quiere que entienda el ente: “que se yo”.
No se si soy yo u otro quien quiere que comprenda,
y aunque momentos me fastidie, momentos no me importe,
“momentos” me despierta exigencia de otra visión,
diferente de la visión que me dio la gente.
Y entonces yo no soy mi jean,
eso me calma.
¡Pero yo no soy este jogging,
este jogging que uso!
Y esto no me calma.
Personas fuera de lo común me dicen, y yo comparto:
“la apariencia no hace a la persona”.
¿Y entonces me olvido?
¿Me toca pero me olvido?
Es cierto que la sociedad te exige,
¡pero yo, “sociedad”, me exijo!
¡Y yo no quiero ser “sociedad”!
¡No quiero ser ese 99,99 % que la sociedad idolatra,
pues es ella misma los nueve y el otro símbolo!
Fue cuando en mi exigencia le dije:
“¿Para qué esa pulsera?”
Y me responde:
“Un adorno que me regaló mi mamá”.
Y yo no dije lo que quería y aún no sabía bien qué decir:
“¿Para qué adornar la belleza?”
Y sin embargo, tal mi flaqueza,
hay cierta necesidad y aparento, o por lo que de animal tengo.
¿Algún día se termina algún poema?
Me vuelvo donde comencé estos pasos,
pues no puedo seguir, sólo ahondar mis huellas de pasos dados,
esperando que alguien empuje mi pierna, y a mi pie…
haga pisar terreno que ignora.
Quiere que entienda el ente: “lo que no ‘es’” (La bondad de la estética)
Fabricio dST