POETRIA MINOR

O "Los Poetas Menores" de El Capaneo:
un hermano menor, pero ruidoso e inquieto,
que quiere salir a jugar...


Abrimos esta sección de poetas jóvenes y desconocidos (algunos, aun para sí mismos), que decidió retoñar de las entrañas del gigante CAPANEO, alimentándose de su POETRIA MAIOR.

Poetria, para que puedan darse cita los ejercicios de creación y traducción poética de los amigos.

"Minor", como un gesto de reverencia conmovida que hacemos hacia los grandes poetas (porque reconocemos la grandeza), pero no menor en dignidad, porque surge del mismo palpitar humano del corazón.

Un seminarium, un "semillero": una escuela de poetas y traductores...
Para cuidar a los hermanos menores.


Revista Universitaria El Capaneo




El gran tabú: nuestro destino

En medio de nuestra confusión cotidiana –en gran medida escéptica-, aparecieron estas preguntas personales. Las hacemos públicas porque aclaran nuestra vida personal, y por tanto, pueden ser una ayuda para todos.
  • Primera constatación: Una amiga recibe unas flores inesperadas. Pero al momento siguiente ya la sorpresa se fue, el cariño del que las flores eran signo pasa desapercibido. Otra amiga dice: me despierto a la mañana y no me doy cuenta que, a pesar de todo, no hago nada para existir, y sin embargo, ¡existo! Pasan grandes cosas y no me doy cuenta, y el dolor que siento al reconocerlo me dice que necesito comprender. Entonces preguntamos, ¿de dónde partimos para conmovernos y juzgar las cosas que vivimos? ¿De dónde partir para vivir esta sorpresa llena de afecto que es la realidad?
  • Segunda constatación: En la convivencia, los problemas cotidianos y banales que suceden son como la punta de un iceberg de un problema mucho mayor. ¿Podemos verdaderamente solucionarlo nosotros? ¿Nos interesa hacerlo? ¿O no queremos reconocer nuestra radical impotencia delante del otro?
  • Tercera: en estos días hay un congreso acerca de ‘Aborto, homosexualidad y placer, tabúes de la educación sexual’ en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Sin embargo, paradójicamente, el gran relegado en la mentalidad dominante es el instinto y el gran Tabú es la pregunta por el destino, porque nadie tiene el coraje de afirmar algo que experimentamos todos. Lo dice Nietzsche: “el dolor dice: ¡adios!/ Pero el placer desea eternidad-, ¡desea una profunda, profunda eternidad!" (Así habló Zaratustra, cap. 12). Entonces, se habla de amor, de placer y de tabúes, desde la gran censura al instinto, desde el gran Tabú frente al destino: preguntamos nosotros, ¿por qué el amor y el instinto, sea como fuere, piden la eternidad?
  • Cuarta: una amistad no es un grupo de auto-ayuda. No queremos gente alrededor en la que podamos descargar nuestra responsabilidad personal. El deseo profundo es de amigos que nos hagan ¡vivir! nuestras preguntas últimas de la vida, sin ninguna censura o distracción.

Ya agradecemos, llenos de afecto, que exista un lugar donde podemos ayudarnos a preguntar con total libertad – y, en el preguntar sincero, atrevernos a vivir todo lo que nos toca tal como es.

COMUNIÓN Y LIBERACIÓN UNIVERSITARIOS

Beethoven: conmovidos ante lo real

“¿Por qué hay gente que llora al escuchar una sinfonía o al ver una obra de arte?”, se preguntaba Michael O’ Brien, un escritor irlandés contemporáneo.

Podemos preguntarnos lo mismo respecto de la obra de Beethoven en particular. ¿Qué es lo que le pasa a uno al escuchar una de sus obras? ¿Por qué uno termina conmocionado y agitado luego de escucharlas? ¿Cómo se puede explicar tal sentimiento ante esta potente música? ¿Ante la sonata Claro de luna o ante el primer movimiento de la Sexta Sinfonía? ¿O el segundo movimiento de la Séptima? ¿O el tan reproducido Himno a la Alegría? Se podría seguir esta lista interminable, pero no es necesario para entender que dentro de la vastísima obra de Beethoven existen ciertas piezas célebres, y no tan célebres, que dejan lleno de estupor el corazón. Esta música, que ha sido banalizada y repetida hasta el hartazgo, lleva en sí misma, sin embargo, una fuerza, una potencia y una sensibilidad ante el problema humano como ninguna otra.

La profunda tristeza, la nostalgia y el deseo de algo más grande dentro de ella –que sólo aflora cuando se intuye la contextura profunda de la realidad– se expresan, por ejemplo, en el primer movimiento de la sonata Claro de Luna y en el segundo movimiento de la Séptima Sinfonía, y contrastan impresionantemente con la vigorosa y triunfante afirmación de la positividad de la vida, marcada en el primer movimiento de la Sexta Sinfonía o, lo que es más evidente, en el cuarto movimiento de la Novena Sinfonía. ¿Cómo puede suceder esto?




Primer movimiento de la sonata Claro de luna (Sonata para piano nº14, op.27 nº2, interpretada por Wilhelm Kempff). Una profunda melancolía, una tristeza difícil de explicar, que, sin embargo, lleva adentro otro sentimiento, una necesidad, un deseo. En cada instante del movimiento, el deseo nos desgarra por dentro. ¿Por qué ante una simple pieza, ejecutada con maestría, sentimos que en nuestro interior se abre un abismo de nostalgia? Nostalgia. ¿Nostalgia de que? De Algo que no podemos definir, ni tocar y que, no obstante, deseamos poseer y palpar con nuestras manos. Cada nota nos recuerda nuestro deseo de Esto y, a la vez, nos demuestra cómo se nos escurre entre nuestras manos, en el momento que pasa. Sin embargo, seguimos añorando. Esta pieza nos lo recuerda (Beethoven la compuso para una enamorada), y el lento compás de las notas nos lleva a la conciencia de que, en el fondo, deseamos algo inaferrable.

¿Cómo aquel dolor inmenso, aquella herida de tristeza pueden convivir con una alegría vivaz, con el sentimiento que hace ver que, pase lo que pase, la vida siempre termina siendo obstinadamente positiva? No obstante, cuando uno escucha a Beethoven, no pareciera que esto fuera una contradicción válida. Lo que hay no es un choque entre estos sentimientos, sino más bien una fusión. Cada movimiento, cada tema de cada movimiento, cada minúsculo fragmento destila una sincera humanidad que no deja nada afuera de sí. Una humanidad en la que todo es tenido en cuenta. Por eso, cada sinfonía de Beethoven da la impresión de ser una lucha interna en él mismo, un lugar donde todo, absolutamente todo, se pone en juego (como si cada segundo de la sinfonía valiera para la eternidad), una extensión más del alma del artista. Un alma en la que esta tristeza ante la realidad –vista, como dijimos, en su profundidad– se une en la contemplación de una vida cuyo sentido es inobjetablemente positivo.
No existe en ningún momento un triunfo total de esa tristeza, que asoma continuamente. La vida –es decir, el sentido de la vida– termina afirmándose siempre (pensemos en el final de la Novena Sinfonía, por ejemplo, en el que toda la realidad termina unida en un canto a la Alegría). Sin embargo, la tristeza nunca deja de ser verdadera, y refleja cómo absolutamente nada de lo que existe puede satisfacer al hombre de forma auténtica. Pocos fragmentos de la historia de la música reflejan esta herida en el ser humano, y esta conciencia de la insatisfacción de las cosas, como el segundo movimiento de la Séptima Sinfonía. Ahí está condensado todo lo que, en el fondo, el hombre es. Tanto en ésta como en el Himno de la Alegría puede verse la estatura humana de cada uno de nosotros: en el primer caso, la forma más sincera de relacionarnos con la realidad y, en el segundo, la meta para la cual estamos hechos.

Volvemos a la pregunta inicial: ¿por qué, entonces, hay gente que llora ante una obra de arte o, en este caso, ante una sinfonía de Beethoven? Cuando esto sucede, cuando nos mueve el estupor ante algo bello, ¿qué es lo que pasa en nuestro interior? No hay nadie mejor para expresar nuestro ser, para sacar a flote todo lo que somos y lo que sentimos, que el auténtico Genio. Beethoven es uno de estos genios, y su obra refleja todo lo que somos en el fondo. Sólo hay que ser fieles a esto y, por fortuna, existen estas obras para recordárnoslo. Que nos conmovamos ante ellas es un signo evidente de que estamos en sintonía, que la Tristeza y la Positividad que transmiten no nos son indiferentes.

Sólo conscientes de la profunda consistencia de la realidad (conciencia que Beethoven poseía), podemos vivir continuamente conmovidos. Conmovidos no sólo por una obra de arte, sino por la vida. Ésta es la verdadera forma de vivir, ésta es la forma de vida que se refleja en el Himno a la Alegría o en el Claro de luna o en la Pastoral. Una vida en la que las cosas se toman en serio, y en la que ninguno de nuestros sentimientos están censurados, sino que todo está a flor de piel. Una vida en la que la humanidad está abierta de par en par.

Nicolás P.

¿Dónde está la Vida que hemos perdido en vivir?

Thomas S. Eliot

The Eagle soars in the summit of Heaven,
The Hunter with his dogs pursues his circuit.
O perpetual revolution of configured stars,
O perpetual recurrence of determined seasons,
O world of spring and autumn, birth and dying
The endless cycle of idea and action,
Endless invention, endless experiment,
Brings knowledge of motion, but not of stillness;
Knowledge of speech, but not of silence;
Knowledge of words, and ignorance of the Word.
All our knowledge brings us nearer to our ignorance,
All our ignorance brings us nearer to death,
But nearness to death no nearer to GOD.
Where is the Life we have lost in living?
Where is the wisdom we have lost in knowledge?
Where is the knowledge we have lost in information?
The cycles of Heaven in twenty centuries
Bring us farther from GOD and nearer to the Dust.
(Choruses from ‘The Rock’, 1936)

Se encumbra el Águila en la cima del Cielo,
El Cazador con sus perros persigue su circuito.
¡Oh revolución perpetua de estrellas configuradas,
Oh perpetua recurrencia de estaciones determinadas,
Oh mundo de primavera y otoño, nacimiento y mortandad!
El interminable ciclo de idea y acción,
Interminable invención, interminable experimento,
Da conocimiento de lo móvil, pero no de la quietud;
Conocimiento del habla, pero no del silencio;
Conocimiento de las palabras, e ignorancia de la Palabra.
Todo nuestro conocimiento nos acerca a nuestra ignorancia,
Toda nuestra ignorancia nos acerca a la muerte,
Pero la cercanía a la muerte no nos acerca a DIOS.
¿Dónde está la Vida que hemos perdido en vivir?
¿Dónde la sabiduría que hemos perdido en el conocimiento?
¿Dónde el conocimiento que hemos perdido en la información?

Los ciclos del Cielo en veinte siglos
Nos alejan de DIOS y nos acercan al Polvo.


Acerca de las inscripciones al 2º cuatrimestre - UNL

Publicamos el juicio que hicieron amigos de Santa Fe entorno a las inscripciones de este segundo cuatrimestre en la facultad de Económicas de la UNL.
En estos días se han llevado a cado las inscripciones al 2º cuatrimestre y, como sabemos, nuevamente nos encontramos con serios inconvenientes a la hora de realizarlas.
Si las has hecho, habrás observado la cantidad de alumnos que estaban en los pasillos de la facultad y en el centro de estudiantes, todos disgustados por las situación, pidiendo respuestas concretas que expliquen el porqué de este nuevo obstáculo, reclamando por las comisiones, los horarios, las asignaturas optativas un sinfín de cosas que acreditaba la situación.
No creemos que el reclamo sea injusto, pero ¿de dónde nace? O de una reacción lógica frente a algo que me molesta, o de un deseo grande por vivir a fondo cada instante en la facultad (¡seguramente el reclamo sería otro!).
Seguramente hay responsables, quienes deben atender a estas irregularidades, pero como estudiantes nos hemos transformado en meros espectadores, respondiendo cuando nos vemos afectados aunque en lo cotidiano parece no preocuparnos nada; delegamos en el Centro de Estudiantes una función paternal, como facilitador de nuestros problemas, buscando en él todas las respuestas.
¡Debemos ser protagonistas! No podemos seguir mirando como las cosas nos pasan delante sin darnos cuenta, como afirma el poeta W.H. Davies: “¿qué es la vida si, atrapados por ansiedades, carecemos de tiempo para detenernos y contemplar?”.
No se trata de ser revolucionarios sino de pararnos frente a lo que estamos viviendo con toda nuestra humanidad, comprometiéndonos con todo lo que sucede, tratando de contribuir al bien común con nuestra propia experiencia. La conciencia del significado de por qué hoy estamos estudiando surge de la afirmación de la persona. Nosotros seguimos a quienes viven así la facultad y te proponemos vivirla de este modo

Apuntes subterráneos de "Crimen y Castigo" (Dostoievsky)

“Vagabundeó sin rumbo fijo. El sol se ponía. Cierta especial tristeza habíase apoderado de él en los últimos tiempos. No tenía nada de singularmente agudo, acre; pero de ella emanaba algo constante, eterno (...)”
Raskolnikov
“Yo ya había estado en el extranjero, y siempre me aburrí allí de lo lindo. No es que me aburriera propiamente, sino que, después que has visto la salida del sol, el golfo napolitano, el mar, te entra cierta tristeza. Y lo más desagradable es que, efectivamente, ¿por qué te pones triste?”
Svidrigáilov
"¿Sabe usted lo que de usted pienso? Pues le considero como a uno de esos hombres que antes se dejarían hacer cuartos que abatirse, y mirarían sonriendo a sus verdugos con tal que estuviesen asistidos de una fe o de Dios. Pues bien: encuéntrelos usted y vivirá."
Porfirii

Crimen y Castigo cuenta la historia de un joven ruso herido por una tristeza de otro mundo. Lo que se vive desde las entrañas, aquello imborrable incluso habiendo cometido un abominable crimen, es el núcleo de esta novela.
Crimen y Castigo es una de las novelas más bellas que se haya escrito, el ritmo y el drama del libro pasa por leves gestos, muy simples sentimientos y grandes preguntas: todas esas cosas que nosotros normalmente pasamos de largo como banales.
La novela relata la historia de Raskolnikov, un joven estudiante enérgico, orgulloso y generoso, pero, por sobre todo, un ruso herido por una tristeza tal como la definían los medievales: como deseo de un bien ausente. Tan profunda era que ‘no sabía dónde refugiarse huyendo de su tristeza’. Esta tristeza –que no era un sentimiento cualquiera- teje el fil rouge escasas veces señalado de la novela. Algunos dicen que Raskolnikov es un idealista: para mí no es así. Raskolnikov es un hombre herido por la sed del Infinito. Esta vida, así como es, no es suficiente, por eso Raskolnikov aferra una posible respuesta a su malestar y la lleva a cabo. Una respuesta en la que él pretendía cerrar la herida de la tristeza: ésta es la razón esencial por la que comete el crimen que abre la novela.
Joven, en su cara leo cierta tristeza. En cuanto usted entró se la noté, y por eso en seguida le dirigí la palabra’, dice Marmeládov, un borracho que encuentra por casualidad al caminar caviloso por San Petesburgo. En este borracho al que nadie presta atención se cifra el primer hilo de respuesta para el ardiente deseo de Raskolnikov. El encuentro, a diferencia de lo que nosotros habitualmente esperamos de los acontecimientos cotidianos, abre aún más la herida: ‘¿Comprende usted, comprende usted, señor mío, lo que significa eso de no tener ya a dónde ir?’, dice el borracho. ‘Raskolnikov escuchaba todo oídos, pero con una sensación de malestar. Le pesaba haberse metido allí.’ Le pesaba, como nos pesa a nosotros cuando nos encontramos con alguien que nos dice la verdad. Igual, estaba todo oídos y la pregunta se incrusta en su corazón para ya no abandonarlo más, ni siquiera luego de cometer el más vil de los crímenes. Pero no sólo se abre la herida -¿sabe lo que es no saber a dónde ir?-, sino que en medio del diálogo acontece una mención discreta pero esencial: Marmeládov le cuenta sobre su hija Sonia, que tuvo que prostituirse para poder alimentar a unos hermanastros, y que, sin embargo, tiene una mirada ‘como no se mira en la tierra, sino allá, donde se apiadan de las personas’.
Este encuentro casual tiene dentro el libro entero: el deseo de Raskolnikov de algo verdaderamente Inmenso, y Sonia, la presencia de una mujer, casi una niña, que invade la vida entera de Raskolnikov y abraza su deseo más profundo de un modo absolutamente inesperado e imposiblemente correspondiente: 'Sentía ansias de mirar sus ojos plácidos, diáfanos, y no lo lograba del todo...'.
No, no hay que consultar mucho antes de leer este libro, sino sólo abrir la puerta y lanzarse dentro de las calles de San Petersburgo tras los pasos agitados de Raskólnikov.
Patricio P.

CD - Los Hnos Núñez: Del mismo vientre


"¡Qué compromiso para el corazón eso que me pide!" Gerardo Núñez

Muy poco conocidos, los hermanos Núñez nos ofrecen con sus canciones una nueva oportunidad de mirar lo que ocurre de una forma sencilla y profunda; y así, diferentes aspectos de la experiencia cotidiana quedan felizmente detallados. El trabajo, el amor, la amistad, la tierra, todo queda valorado nuevamente, y puesto en escena para ser mirado. Lejos de mostrarse como una utopía o como un escape de lo que ocurre, sus letras parten siempre de un hecho concreto, y todo lo que se observa y se describe comienza a ser digno de ser cantado y, entonces, de ser querido, sin perder la dramaticidad del hombre que se esfuerza duramente en la zafra, o de la madre que deja a sus hijos para poder trabajar.
Tuve personalmente la posibilidad de escuchar un homenaje a este trabajo y quedé verdaderamente conmovida. La sensibilidad y el realismo de estos músicos es un regalo para todo aquel que los escucha. Es una invitación constante a mirar y querer el lugar en el que fuimos puestos.
"¿Qué le habrá visto a la luna Yupanqui para hacer una cosa tan bella como es 'Luna tucumana'? No hace falta decir nada" (Pepe Núñez) ... sólo escuchar y mirar.
María
Para escuchar las canciones o comprar el cd ("Del mismo vientre"): http://www.tienda.forolatino.com.ar/
Si no, escribinos, y vemos cómo acercártelas.


Acá se puede escuchar "Chacarera del '55". La grabación en vivo es un poco casera. En el disco suena mucho mejor.