POETRIA MINOR

O "Los Poetas Menores" de El Capaneo:
un hermano menor, pero ruidoso e inquieto,
que quiere salir a jugar...


Abrimos esta sección de poetas jóvenes y desconocidos (algunos, aun para sí mismos), que decidió retoñar de las entrañas del gigante CAPANEO, alimentándose de su POETRIA MAIOR.

Poetria, para que puedan darse cita los ejercicios de creación y traducción poética de los amigos.

"Minor", como un gesto de reverencia conmovida que hacemos hacia los grandes poetas (porque reconocemos la grandeza), pero no menor en dignidad, porque surge del mismo palpitar humano del corazón.

Un seminarium, un "semillero": una escuela de poetas y traductores...
Para cuidar a los hermanos menores.


Revista Universitaria El Capaneo




Apuntes subterráneos de "Crimen y Castigo" (Dostoievsky)

“Vagabundeó sin rumbo fijo. El sol se ponía. Cierta especial tristeza habíase apoderado de él en los últimos tiempos. No tenía nada de singularmente agudo, acre; pero de ella emanaba algo constante, eterno (...)”
Raskolnikov
“Yo ya había estado en el extranjero, y siempre me aburrí allí de lo lindo. No es que me aburriera propiamente, sino que, después que has visto la salida del sol, el golfo napolitano, el mar, te entra cierta tristeza. Y lo más desagradable es que, efectivamente, ¿por qué te pones triste?”
Svidrigáilov
"¿Sabe usted lo que de usted pienso? Pues le considero como a uno de esos hombres que antes se dejarían hacer cuartos que abatirse, y mirarían sonriendo a sus verdugos con tal que estuviesen asistidos de una fe o de Dios. Pues bien: encuéntrelos usted y vivirá."
Porfirii

Crimen y Castigo cuenta la historia de un joven ruso herido por una tristeza de otro mundo. Lo que se vive desde las entrañas, aquello imborrable incluso habiendo cometido un abominable crimen, es el núcleo de esta novela.
Crimen y Castigo es una de las novelas más bellas que se haya escrito, el ritmo y el drama del libro pasa por leves gestos, muy simples sentimientos y grandes preguntas: todas esas cosas que nosotros normalmente pasamos de largo como banales.
La novela relata la historia de Raskolnikov, un joven estudiante enérgico, orgulloso y generoso, pero, por sobre todo, un ruso herido por una tristeza tal como la definían los medievales: como deseo de un bien ausente. Tan profunda era que ‘no sabía dónde refugiarse huyendo de su tristeza’. Esta tristeza –que no era un sentimiento cualquiera- teje el fil rouge escasas veces señalado de la novela. Algunos dicen que Raskolnikov es un idealista: para mí no es así. Raskolnikov es un hombre herido por la sed del Infinito. Esta vida, así como es, no es suficiente, por eso Raskolnikov aferra una posible respuesta a su malestar y la lleva a cabo. Una respuesta en la que él pretendía cerrar la herida de la tristeza: ésta es la razón esencial por la que comete el crimen que abre la novela.
Joven, en su cara leo cierta tristeza. En cuanto usted entró se la noté, y por eso en seguida le dirigí la palabra’, dice Marmeládov, un borracho que encuentra por casualidad al caminar caviloso por San Petesburgo. En este borracho al que nadie presta atención se cifra el primer hilo de respuesta para el ardiente deseo de Raskolnikov. El encuentro, a diferencia de lo que nosotros habitualmente esperamos de los acontecimientos cotidianos, abre aún más la herida: ‘¿Comprende usted, comprende usted, señor mío, lo que significa eso de no tener ya a dónde ir?’, dice el borracho. ‘Raskolnikov escuchaba todo oídos, pero con una sensación de malestar. Le pesaba haberse metido allí.’ Le pesaba, como nos pesa a nosotros cuando nos encontramos con alguien que nos dice la verdad. Igual, estaba todo oídos y la pregunta se incrusta en su corazón para ya no abandonarlo más, ni siquiera luego de cometer el más vil de los crímenes. Pero no sólo se abre la herida -¿sabe lo que es no saber a dónde ir?-, sino que en medio del diálogo acontece una mención discreta pero esencial: Marmeládov le cuenta sobre su hija Sonia, que tuvo que prostituirse para poder alimentar a unos hermanastros, y que, sin embargo, tiene una mirada ‘como no se mira en la tierra, sino allá, donde se apiadan de las personas’.
Este encuentro casual tiene dentro el libro entero: el deseo de Raskolnikov de algo verdaderamente Inmenso, y Sonia, la presencia de una mujer, casi una niña, que invade la vida entera de Raskolnikov y abraza su deseo más profundo de un modo absolutamente inesperado e imposiblemente correspondiente: 'Sentía ansias de mirar sus ojos plácidos, diáfanos, y no lo lograba del todo...'.
No, no hay que consultar mucho antes de leer este libro, sino sólo abrir la puerta y lanzarse dentro de las calles de San Petersburgo tras los pasos agitados de Raskólnikov.
Patricio P.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Supongo, que "patricio p." será pato. me gustó mucho la reseña, más que nada porque estoy leyendo el libro ahora me doy cuenta cuántas cosas dejé pasar. gran novela
(muy buena idea el blog)