POETRIA MINOR

O "Los Poetas Menores" de El Capaneo:
un hermano menor, pero ruidoso e inquieto,
que quiere salir a jugar...


Abrimos esta sección de poetas jóvenes y desconocidos (algunos, aun para sí mismos), que decidió retoñar de las entrañas del gigante CAPANEO, alimentándose de su POETRIA MAIOR.

Poetria, para que puedan darse cita los ejercicios de creación y traducción poética de los amigos.

"Minor", como un gesto de reverencia conmovida que hacemos hacia los grandes poetas (porque reconocemos la grandeza), pero no menor en dignidad, porque surge del mismo palpitar humano del corazón.

Un seminarium, un "semillero": una escuela de poetas y traductores...
Para cuidar a los hermanos menores.


Revista Universitaria El Capaneo




La conversión de Magdi Allam (Roma, 22 de marzo de 2008)

Desenlace de un largo camino. Decisivo encuentro con el Papa

Querido Director, lo que estoy por referirte concierne a mi elección de fe religiosa y de vida personal que no pretende, de ninguna manera, involucrar al Corriere della Sera, del que me honra formar parte desde el 2003, en la calidad de vicedirector ad personam. Te escribo, por lo tanto, como protagonista del hecho, como ciudadano particular.
Ayer me convertí a la religión cristiana católica, renunciando a mi anterior fe islámica. De este modo ha visto la luz, finalmente, por gracia divina, el fruto sano y maduro de una larga gestación vivida en el sufrimiento y en el gozo, en la íntima reflexión y en la conciente y manifiesta exteriorización. Estoy particularmente agradecido a Su Santidad, el Papa Benedicto XVI, que me ha impartido personalmente los sacramentos de la iniciación cristiana: Bautismo, Confirmación y Eucaristía, en el transcurso de la solemne celebración de la Vigilia Pascual, en la Basílica de San Pedro. Y he asumido el nombre cristiano más simple y explícito: “Cristiano”.
Desde ayer, entonces, me llamo “Magdi Cristiano Allam”. Para mí es el día más lindo de la vida. Adquirir el don de la fe cristiana en la festividad de la Resurrección de Cristo, por mano del Santo Padre es, para un creyente, un privilegio inigualable y un bien inestimable. A los casi 56 años, es un hecho histórico, excepcional e inolvidable, que señala un giro radical y definitivo con respecto al pasado. El milagro de la Resurrección de Cristo se reflejó sobre mi alma, liberándola de las tinieblas de una predicación donde el odio y la intolerancia en la confrontación con lo “distinto”, condenado acríticamente como “enemigo”, prevalecen sobre el amor y el respeto al “prójimo” que es siempre y, como sea, “persona”. Es así como mi mente se ha liberado del oscurantismo de una ideología que legitima la mentira y la simulación, la muerte violenta que induce al homicidio y al suicidio, la ciega sumisión a la tiranía, permitiéndome adherir a la auténtica religión de la Verdad, de la Vida y de la Libertad. En mi primera Pascua como cristiano, no sólo he descubierto a Jesús, he descubierto al verdadero y único Dios, que es el Dios de la Fe y la Razón.

El punto de arribo
Mi conversión al catolicismo es el punto de arribo de una gradual y profunda meditación interior a la que no hubiera podido sustraerme, dado que desde hace cinco años estoy obligado a llevar una vida blindada, con la vigilancia fija en casa y la escolta de los carabinieri a cada uno de mis movimientos, a causa de las amenazas y de las condenas a muerte infligidas por los extremistas y terroristas islámicos, tanto de los residentes en Italia como de los activistas del exterior. Tuve que interrogarme sobre la actitud de aquellos que, públicamente, se han declarado por la guerra santa (Fatwe), y sobre las declaraciones de juristas islámicos, denunciándome a mí, que era musulmán, como “enemigo del Islam”, “hipócrita, porque es un cristiano copto que finge ser musulmán para dañar al Islam”, “mentiroso y difamador del Islam”, legitimando de este modo mi condena a muerte. Me pregunté cómo era posible que quien, como yo, ha combatido con convicción y tenacidad por un “Islam moderado”, asumiéndose la responsabilidad de exponerse en primera persona en la denuncia del extremismo y del terrorismo islámico, haya terminado por ser condenado a muerte en el nombre del Islam y sobre la base de una legitimación coránica. De este modo, vine a caer en la cuenta de que, más allá de la contingencia que significa el fenómeno de los extremistas y del terrorismo islámico a nivel mundial, la raíz del mal es intrínseca a un Islam que es fisiológicamente violento e históricamente conflictivo.

Paralelamente, la Providencia me hizo encontrar a algunas personas católicas practicantes de buena voluntad que, en virtud de su testimonio y de su amistad, se han vuelto poco a poco, un punto de referencia en el plano de la certeza de la verdad y de la solidez de los valores. Comenzando por tantos amigos de Comunión y Liberación con Julián Carrón a la cabeza; por religiosos simples como el padre Gabriele Mangiarotti, la Hermana Maria Gloria Riva, el padre Carlo Maurizi y el padre Yohannis Lahzi Gaid; hasta el redescubrimiento de los salesianos gracias al padre Angelo Tengattini y el padre Maurizio Verlezza, culminado en una renovada amistad con el Rector Mayor, padre Pascual Chávez Villanueva; hasta el abrazo de altos prelados de gran humanidad como el cardenal Tarcisio Bertone, monseñor Luigi Negri, Giancarlo Vecerrica, Gino Romanazzi y, sobre todo, monseñor Rino Fisichella que me ha seguido personalmente en el recorrido espiritual de aceptación de la fe cristiana.
Pero, indudablemente, el encuentro más extraordinario y significativo en la decisión de convertirme fue con el Papa Benedicto XVI, al que admiré y defendí desde musulmán, por su maestría en el plantear el vínculo indisoluble entre fe y razón, como fundamento de la auténtica religión y de la civilización humana, al que adhiero plenamente como cristiano, por inspirarme nueva luz en el cumplimiento de la misión que Dios me ha reservado.

La elección y las amenazas
Querido Director, me preguntaste si no temía por mi vida, conciente de que la conversión al cristianismo me procurará ciertamente una enésima y mucho más grave condena a muerte por apostasía. Tienes toda la razón. Sé con qué me voy a encontrar, pero afrontaré mi suerte con la cabeza alta, con la columna erguida y con la solidez interior de quien tiene la certeza de la propia fe. Y estaré aún más así, después del gesto histórico y valiente del Papa que, desde el primer instante en que supo acerca de mi deseo, aceptó inmediatamente impartirme en persona los sacramentos de iniciación al cristianismo. Su Santidad ha lanzado un mensaje explícito y revolucionario a la Iglesia que hasta el momento, se ha mantenido demasiado prudente en la conversión de los musulmanes, absteniéndose de hacer proselitismo en los países con mayoría islámica y callando sobre la realidad de los conversos en los países cristianos. Por miedo. El miedo de no poder custodiar a los conversos frente a su condena a muerte por apostasía y el miedo de las represalias en las confrontaciones de los cristianos residentes en países islámicos. Sin embargo, Benedicto XVI, con su testimonio, nos dice que es necesario vencer el miedo y no tener ningún temor en el afirmar la verdad de Jesús, incluso con los musulmanes.

Basta de violencia
Por mi parte, digo que es hora de ponerle fin a la arbitrariedad y la violencia de los musulmanes que no respetan la libertad de elección religiosa. En Italia, hay millares de conversos al Islam que viven serenamente su nueva fe. Pero también hay millares de musulmanes conversos al cristianismo que se ven obligados a esconder su nueva fe por el miedo a ser asesinados por los extremistas islámicos que anidan entre nosotros. Fue por uno de estos “casos” que evocan la mano discreta del Señor, que mi primer artículo escrito para el Corriere, el 3 de septiembre de 2003, se intitulaba “Las nuevas catacumbas de los islámicos conversos”. Era una encuesta a algunos neo-cristianos que denunciaban, en Italia, su profunda soledad, espiritual y humana, frente a la ausencia de las instituciones del estado que no velan por su seguridad y frente al silencio de la Iglesia misma. Sin embargo, espero que del gesto histórico del Papa y de mi propio testimonio, surja el convencimiento de que ha llegado la hora de salir de las tinieblas de las catacumbas y de afirmar públicamente la propia voluntad de ser plenamente sí mismos. Si no estamos en condiciones aquí, en Italia, en la cuna del catolicismo, en nuestra casa, de garantizar a todos la plena libertad religiosa, ¿cómo podremos llegar a ser creíbles cuando denunciamos la violación de tal libertad en otros lugares del mundo?
Ruego a Dios para que esta Pascua especial done la resurrección del espíritu a todos los fieles en Cristo, que hasta ahora han sido sojuzgados por el miedo.

Magdi Allam
(traducción de la carta publicada en Corriere della Sera, 23 marzo 2008)



Respuesta vaticana a críticas islámicas contra el bautismo de Magdi Cristiano Allam
Nota del padre Federico Lobardi, S.I.

CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 30 marzo 2008 (ZENIT.org).- Publicamos la declaración que ha emitido el padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede, en respuesta a una nota crítica al Bautismo impartido por Benedicto XVI al periodista Magdi Cristiano Allam, subdirector de «Il Corriere della Sera», publicada por el profesor Aref Ali Nayed, director del Royal Islamic Strategic Studies Center, quien ha tenido un papel decisivo para el diálogo islámico cristiano con la redacción de la «Carta de los 138 sabios» musulmanes enviada al Papa y a líderes cristianos.
* * *
Ante todo, la afirmación más significativa es, sin duda, la confirmación de la voluntad del autor de continuar el diálogo de profundización y conocimiento recíproco entre musulmanes y cristianos. Y de no cuestionar en absoluto el camino emprendido con la correspondencia y los contactos establecidos, a lo largo del último año y medio, entre los sabios musulmanes, que firmaron las conocidas cartas, y el Vaticano. En particular, por medio del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso. Este camino debe proseguir, es extremadamente importante. No se debe interrumpir y es prioritario con respecto a episodios que pueden ser objeto de malentendidos.
En segundo lugar administrar el bautismo a una persona significa reconocer que ha acogido la fe cristiana libre y sinceramente, en sus artículos fundamentales, expresados en la ‘profesión de fe'. Ésta viene proclamada públicamente con ocasión del bautismo. Naturalmente, todo creyente tiene la libertad de conservar sus propias ideas sobre una vastísima gama de cuestiones y problemas, en los cuales, entre los cristianos hay un legítimo pluralismo. Acoger en la Iglesia a un nuevo creyente no significa, evidentemente, asumir todas sus ideas y posiciones. En particular, sobre temas políticos y sociales.

El bautismo de Magdi Cristiano Allam es una buena ocasión para reiterar expresamente este principio fundamental. Él tiene el derecho de expresar sus propias ideas, que siguen siendo ideas personales. Evidentemente, sin que éstas se vuelvan, de ninguna forma, expresión oficial de las posiciones del Papa o de la Santa Sede.En cuanto al debate sobre la lección del Papa en Ratisbona, las explicaciones sobre su correcta interpretación en las intenciones del Papa fueron dadas a su debido tiempo y no hay motivo para cuestionarlas de nuevo. Al mismo tiempo, algunos temas abordados entonces, como las relaciones entre la fe y razón, entre religión y violencia, permanecen naturalmente objeto de reflexión y de debate y de posiciones diversas, dado que se refieren a problemas que no se pueden resolver de una vez para siempre.
En tercer lugar, la liturgia de la Vigilia Pascual ha sido celebrada como cada año, y la simbología de la luz y de la oscuridad forma parte desde siempre. Ciertamente es una liturgia solemne y la celebración en San Pedro por parte del Papa es una ocasión muy particular. Pero acusar de maniqueísmo las explicaciones de los símbolos litúrgicos por parte del Papa - que realiza cada vez y en lo cual es maestro - manifiesta quizá, posiblemente, una incomprensión de la liturgia católica, más que una crítica pertinente al discurso de Benedicto XVI.
Finalmente, manifestamos también nuestro desagrado por lo que el profesor Nayed dice acerca de la educación en las escuelas cristianas en los países de mayoría musulmana objetando un riesgo de proselitismo. Nos parece que la grandísima tradición de compromiso educativo de la Iglesia católica también en los países de mayoría no cristiana (no sólo Egipto, la India, Japón, etc.) donde desde hace mucho tiempo la gran mayoría de los estudiantes de las escuelas y universidades católicas no son cristianos y permanecen con serenidad y agradecidos por la educación recibida, merezca otra apreciación. No pensamos que la Iglesia merezca hoy ser acusada de falta de respeto por la dignidad y la libertad de la persona humana. Son otras las violaciones que la Iglesia padece y a las que da atención prioritaria. Y quizá por eso el Papa se ha asumido el riesgo de este bautismo: afirmando la libertad de elección religiosa consecuente a la dignidad de la persona humana.

De todas formas el profesor Aref Ali Nayed es un interlocutor al cual reservamos una altísima estima y con el cual siempre vale la pena confrontarse lealmente. Esto permite tener confianza en el proseguimiento del diálogo.

(Fuente ZENIT. Traducción de «Radio Vaticano»)

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