I’m out here a thousand miles from my home Walkin’ a road other men have gone down | Estoy aquí a mil millas de mi hogar Por un camino que otros hombres recorrieron Veo un mundo de personas y cosas Tus pobres y labradores y príncipes y reyes |
Hey, hey, Woody Guthrie, I wrote you a song | Hey, Hey, Woody Guthrie, te escribí una canción sobre un viejo mundo curioso que se viene parece enfermo y está hambriento, está cansado y desgarrado parece que está muriendo y apenas nació |
Hey, Woody Guthrie, but I know that you know | Hey, Woody Guthrie, pero sé que vos sabés todas las cosas que estoy diciendo y muchas más Te canto la canción, pero sé que no puedo cantar lo suficiente porque no hay muchos hombres que hayan hecho las cosas que vos hiciste |
Here’s to Cisco an’ Sonny an’ Leadbelly too | Esta es por Cisco y Sonny y Leadbelly también y por todas las buenas gentes que viajaron con vos Por los corazones y las manos de los hombres que vinieron con el polvo y se fueron con el viento |
I’m a-leavin’ tomorrow, but I could leave today | Parto mañana, pero podría partir hoy a algún lugar por el camino algún día la última cosa que quisiese hacer es decir que yo también la estuve pasando mal viajando. |
En su primer disco, Dylan hace 13 temas, casi todos versiones de canciones tradicionales o de otros, excepto dos, uno de ellos es este. Probablemente tuviese otros temas suyos –así lo dice él mismo en el documental No direction home–, pero eligió este para incluir en su primera grabación.
Tenía 21 años. ¡La conmoción que debía vivir: solo 21 años y tenía la oportunidad de grabar para Columbia Records! ¡La tensión que sentiría al elegir las canciones! Primer disco, quién sabe, quizás no grabase nunca más para una discográfica de la talla de Columbia. No existía todavía “Blowing in the wind” o “Like a Rolling Stone”, nadie lo conocía y tal vez nadie lo fuese a conocer al día siguiente fuera de los bares de Greenwich.
Primer disco, quizás el último, quién sabe. Y de las dos canciones suyas, una, esta, es un agradecimiento de corazón a su maestro, Woody Guthrie. Estaba agradecido por alguien, agradecido de haberlo encontrado, agradecido de que existiera, agradecido por sus canciones que según él “tenían un lance infinito de humanidad en ellas”.
¡El amor por encontrar un amigo! El cariño a una compañía para este camino hacia un hogar –”Estoy aquí fuera, a mil millas de mi hogar”–. Cuentan amigos de Dylan, que en esa época un fin de semana en que ellos se habían ido de su casa y Dylan había quedado allí sólo, llegó a robarles discos de Woody y escapó a toda velocidad. Los discos eran difíciles de conseguir y Dylan necesitaba escucharlos. Una compañía, sin embargo, frágil, de la que no somos dueños, “que viene con el polvo y se va con el viento”. Una compañía nuestra, pero que no nos pertenece. Se comprende la fragilidad, Dylan sabía que Woody estaba muriendo poco a poco y pronto no estaría más. Lo fue a visitar en esos años antes de grabar el disco. Estaba en un asilo, sólo. Le pidió a Dylan que le tocase algunos temas. ¿Cómo no sentir la fragilidad, la tristeza, la necesidad de cantar esa irremediable tristeza llena de afecto hacia su maestro, hacia su amigo? Si no se llora por los amigos que se van, di che pianger suoli, ¿con qué cosas llorás?
En la búsqueda de un hogar, en este mundo “que parece enfermo y está hambriento, que está cansado y desgarrado, que parece que está muriendo y apenas nació”, Dylan había encontrado un amigo de camino. Y en su primer disco, quién sabe, quizás el último, le cantó su agradecimiento: “Te canto una canción, pero sé que no canto lo suficiente, porque no muchos hombres han hecho lo que vos hiciste”.
La conmoción de encontrar alguien que vibre con las preguntas que yo vibro, que me ayude a decirlas, que me dé una melodía con la cual cantarlas, con el que puedo decir: no soy sólo yo el que siente las cosas así. Un punto desde el que poder empezar. ¡Qué difícil es empezar! Expertus potest credere, dice un antiguo himno medieval, sabe, quien hizo la experiencia.
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