“-Sí. Ya no se cree en nada, el mundo se le ha revelado a usted como un caos azaroso, en el camino sólo se encuentra egoísmo, egoísmo de ambición, de dinero, egoísmo de familia, egoísmo de amor…Uno se siente seguro de la vacuidad de todo y súbitamente, se encuentra en su camino a alguien, un rostro humano, una sinceridad, una rectitud, una abnegación que resucita el enigma, que plantea de nuevo el problema, todo el problema de nuestro destino.”
Olivier Guerran
En esta cita se resume el hilo primordial de esta magnífica obra. Su autor, Maxence Van der Meersch, vivió en Francia durante la primera mitad del siglo 20. Maxence nos inserta sin censuras en la sociedad francesa de 1920 para provocarnos con una multitud de preguntas :
¿Dónde encontramos la Verdad? ¿Existe un camino? ¿En qué debemos creer? ¿En donde radica la belleza de la vida?
El drama constante es, sin duda, fiel reflejo de la propia vida de Maxence. De pequeño se vio enfrentado al horror de la guerra en su tierra natal; ya joven, tuvo que distanciarse de su padre por enamorarse de Thereze, una chica francesa de origen humilde, quien será no sólo su esposa, sino además la inspiradora de muchas novelas; y, luego, la impotencia frente a la tuberculosis que padeció Thereze.
El problema del hombre y su destino es descrito a través de las vidas de Jean, Michel, Mariette y Fabienne Doutreval, una importante familia de médicos de Angers (Anjou, Francia). Cada uno irá forjando un rumbo diverso a la par de sus elecciones personales. Aunque la descripción de las intervenciones quirúrgicas, realista hasta la crudeza, puede acaparar nuestra atención, la gran protagonista es la dimensión moral y espiritual de los personajes. El quirófano es, de hecho, el escenario en donde se juega todo el drama de la conciencia que tiene cada uno del significado de la vida.
El problema del destino personal es la cuestión de este libro: ¿cuál es la naturaleza del deseo que nos constituye? ¿Qué certeza puede darle consistencia definitiva a nuestro camino? ¿Qué puede colmar nuestras ansias?
“Tú has elegido el mejor camino”, le dice Jean Doutreval a su hijo. ¿Cuál será?