Abandona mi espacio
invadido por tu soledad,
es tan dulce
el silencio.
Permite que el café se enfríe
y permanece sin decir nada.
Que las velas se ahoguen en su límite
para que la luz
sólo entre por la ventana.

Déjame escribir
con las plumas del cuervo
lo que el blues le dice a mi alma.
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No me has visto llegar.
Madrugada de sol.
Aliento dormido.
Es otra noche que me desvelo,
en silencio
y sin tu presencia.
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Amanecerá mañana.
Llegarán innumerables
cantidades de días,
muchos más
de los que hemos vivido.
Pasará el tiempo
y la gracia será mayor,
también lo será
nuestro deseo,
el nuestro, lo será.
Mi fragilidad
es grande,
envíame un maestro
que vea la vida,
que la cante,
que no sea vana
la inmensidad del tiempo,
las jornadas inmemorables
que a veces no pido.
Hoy es temprano,
el alba aún no destella,
quiero amar
lo que ya tengo,
este bello infinito
de certeza y esperanza.
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Encerrados en esta habitación
lejos de la luz.
La puerta se abre,
sola, es el viento,
no hay nadie afuera.
La soledad
se apoderó del sol
y tú, hermano,
¿cuándo llegas?.
Alberto de Jesús Goicouria
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