POETRIA MINOR

O "Los Poetas Menores" de El Capaneo:
un hermano menor, pero ruidoso e inquieto,
que quiere salir a jugar...


Abrimos esta sección de poetas jóvenes y desconocidos (algunos, aun para sí mismos), que decidió retoñar de las entrañas del gigante CAPANEO, alimentándose de su POETRIA MAIOR.

Poetria, para que puedan darse cita los ejercicios de creación y traducción poética de los amigos.

"Minor", como un gesto de reverencia conmovida que hacemos hacia los grandes poetas (porque reconocemos la grandeza), pero no menor en dignidad, porque surge del mismo palpitar humano del corazón.

Un seminarium, un "semillero": una escuela de poetas y traductores...
Para cuidar a los hermanos menores.


Revista Universitaria El Capaneo




UNIVERSIDAD: ¿Desde dónde partir?

Según un informe de la Secretaría de Políticas Universitarias, existen marcadas dificultades en los alumnos universitarios al rendir sus exámenes en el año. Según los datos ofrecidos, no aprueba ninguna materia el 25% de los alumnos universitarios, tan sólo un 8 % de ellos aprueba entre tres y cuatro materias en un promedio de todas las universidades. La Universidad Nacional del Litoral no está exenta de tal realidad. Según esos mismos datos (correspondientes al año 2007), el 20% no aprueba ni siquiera una materia en el año.


En el artículo se recogen opiniones de diferentes personalidades:


"Un factor explicativo es la desorientación con que muchos alumnos llegan a la universidad, sin saber bien qué quieren estudiar. Se inscriben, vienen a clase algunas semanas y se dan cuenta de que no es para ellos. O se anotan y ni aparecen", dijo Sánchez Martínez, ex secretario de políticas universitarias y rector de la Universidad Blas Pascal, en Córdoba, "tampoco puede pretenderse que cursos de un mes o poco más remedien los graves problemas del secundario".


"Algunas privadas tienen un sistema de tutores que no siempre es eficiente. El fenómeno es el mismo que en las públicas. Se habla mucho de estrategias de retención, pero se hace poco en la práctica y lo que se hace no es sistemático", dijo Víctor Sigal, investigador en educación superior de la Universidad de Belgrano (UB).

"La universidad no puede ser selectiva. El desafío es dar calidad y hay que ver cómo la universidad se está haciendo cargo de la gestión pedagógica" dijo Edith Litwin, secretaria académica de la UBA.

Considerando estas intervenciones, y observando la realidad a la que constantemente como estudiantes universitarios nos enfrentamos, se nos hace presente la pregunta que con una inmensa genialidad nuestro Papa Benedicto XVI lanzó en el discurso (censurado) para la Universidad La Sapienza en Roma: ¿Cuál es la naturaleza y misión de la universidad?, y continúa: “¿Cuál es su función? (...) creo que puede decirse que el origen auténtico e íntimo de la universidad estriba en el anhelo de conocimiento propio del hombre. Éste quiere saber qué es todo aquello que lo rodea. Quiere verdad.”

¿Que significa buscar la Verdad? ¿Que tiene que ver conmigo?: profundizar en su significado parece una tarea un tanto fatigosa. Esta desorientación que como jóvenes tenemos, de no saber qué hacer, de sentirnos fuera de todo lo que sucede, nos hace olvidarnos cada vez más de los deseos de nuestro corazón, entonces entramos a la universidad como “caballitos de batalla”, tratando de ir derrotando todo lo que se nos presenta alrededor, solos, sin alguien que nos acompañe en este camino. Tarde o temprano nuestras fuerzas se agotan y terminamos en un ensayo de “prueba y error”.

Una amiga que está a punto de terminar la carrera de Medicina en la Universidad de Rosario me decía: “recién a los 27 años, estoy segura de continuar en la medicina legal y forense. Pero para mí no fue fácil tomar esa decisión, empecé Ingeniería Química, y la abandoné a fines de año, sin rendir ninguna materia. Seguí con Biotecnología, con el mismo resultado. Al año siguiente me anoté en Medicina, y sólo entonces confirmé mi vocación”.

Tanto quienes han ingresado cargados de espera como quienes se encuentran desde hace tiempo en una carrera, parecen encontrarse con una escena de franca desolación, más que preocupante. Aquellos que tienen la tarea de promover el crecimiento de la universidad y de dirigirlo en una dirección segura –gobierno, profesores de la universidad, estudiantes– deben asumir una responsabilidad eficaz, aunque hoy cada uno va por su camino, descargando en los otros todo tipo de dificultades. Si no tenemos la voluntad de participar e intervenir, la confusión en la que nos encontramos será cada vez mas profunda y la universidad entrará en crisis.
En este lugar en el que parece que lo más conveniente es “no pertenecer a nada ni nadie”, estamos con deseos de aprender, de seguir en la búsqueda del significado y la verdad de las cosas y de contribuir con todo lo que somos a una construcción común.
Desearíamos que estos años fueran la ocasión de una respuesta a tal tensión, la cual se encuentra en el origen del fenómeno mismo de la universidad. Pero nuestro deseo no basta. Hay necesidad de asumir con urgencia el compromiso de avanzar decididamente en la búsqueda de soluciones realistas a los problemas.
Debemos volver a despertar en los estudiantes el gusto por aprender, mirando todo lo que ellos llevan consigo, acompañando a toda su persona; esa es la tarea por realizar, la educación supone siempre la relación entre dos libertades que comparten el deseo de conocer y comunicar lo que han descubierto, para avanzar juntos, lo que Don Giussani llamó “el riesgo educativo”. No podemos consentir que la universidad se convierta en “tierra de nadie”.
Para ello es necesario lanzarnos en la búsqueda de conocimiento, creando vínculos que contribuyan a la construcción de una Universidad que sea capaz de provocar a la persona, que logre despertar el deseo de descubrir la verdad en cada lugar que estemos. Esto es lo que yo anhelo, caminemos juntos en este camino.

Julio César Lozeco
Estudiante, Licenciatura en Economía
Universidad Nacional del Litoral

Beethoven II: La Sinfonía del Destino


Que la quinta sinfonía de Beethoven es llamada la “Sinfonía del Destino” es algo conocido por muchos. Ya bastante se ha comentado sobre ella y poco creo poder agregar a lo ya dicho; sin embargo, quisiera compartir mis impresiones en estos breves párrafos.


Beethoven. Sinfonía 5, dir. H. von Karajan. 1

Primer movimiento. El Destino “toca a la puerta”; el Destino, aquello para lo cual estamos hechos, para lo que nuestra vida esta hecha “toca a la puerta”, se nos presenta de repente. Si bien era esperado (porque, ¿quién puede decir que no espera a su Destino, su llamado?), sorprende estruendosamente al que lo encuentra. Ante el significado último de su vida, frente a su Destino, el hombre no puede más que sentir vértigo. La potencia expresada en este movimiento no es más que un signo de esto.

Segundo movimiento. Una vez que el Destino “toca a la puerta”, al contrario del dicho popular, permanece en su lugar, no se marcha. Uno es el que, ante la vertiginosidad y la sorpresa que siente ante su manifestación, lo deja de lado. Pero el destino, la respuesta a nuestra vida, permanece y se sigue presentando al hombre continuamente. Esta vez, de manera más dulce y apaciguada, más amable y más suavemente, pero no sin menos firmeza y energía: sigue siendo el mismo reclamo. El hombre, tal vez para reconocerlo más fácilmente, tenga que ver esta faceta del destino que, no obstante, no estaba oculta antes. Solo le queda aceptar la llamada para comenzar a caminar hacia Él.


Beethoven. Sinfonía 5, dir. H. von Karajan. 2

Tercer movimiento. Aquí se ve al hombre que se pone en camino con toda la convicción de que se dirige hacia su Destino. Le ha abierto la puerta al destino y ha adherido a su llamada y se ha puesto en marcha. La fuerza en su caminar no sale de él mismo, él, que antes había sido sorprendido y asustado, sino de la certeza de que camina hacia su bien, de que cada paso que da es un paso más hacia de su Destino. Con esta seguridad, nada puede detenerlo ni distraerlo de su meta: ni las alegrías pasajeras, ni los pormenores del camino o las adversidades más grandes.

Cuarto movimiento. Aquí se llega al final del camino, luego de la marcha fatigosa pero hecha con determinación. El hombre se encuentra completamente frente a su Destino. Es como si, de repente, todo se iluminara y se manifestara como siempre tuvo que ser. El sentido de la vida del hombre se descubre en su totalidad. Es en este momento cuando todo lo anterior cobra su significado real; cuando todo lo vivido anteriormente descubre su porqué. Se recupera todo lo anterior y se lo transforma en la gloria del Destino final del hombre.

Nicolás P.

La conversión de Magdi Allam (Roma, 22 de marzo de 2008)

Desenlace de un largo camino. Decisivo encuentro con el Papa

Querido Director, lo que estoy por referirte concierne a mi elección de fe religiosa y de vida personal que no pretende, de ninguna manera, involucrar al Corriere della Sera, del que me honra formar parte desde el 2003, en la calidad de vicedirector ad personam. Te escribo, por lo tanto, como protagonista del hecho, como ciudadano particular.
Ayer me convertí a la religión cristiana católica, renunciando a mi anterior fe islámica. De este modo ha visto la luz, finalmente, por gracia divina, el fruto sano y maduro de una larga gestación vivida en el sufrimiento y en el gozo, en la íntima reflexión y en la conciente y manifiesta exteriorización. Estoy particularmente agradecido a Su Santidad, el Papa Benedicto XVI, que me ha impartido personalmente los sacramentos de la iniciación cristiana: Bautismo, Confirmación y Eucaristía, en el transcurso de la solemne celebración de la Vigilia Pascual, en la Basílica de San Pedro. Y he asumido el nombre cristiano más simple y explícito: “Cristiano”.
Desde ayer, entonces, me llamo “Magdi Cristiano Allam”. Para mí es el día más lindo de la vida. Adquirir el don de la fe cristiana en la festividad de la Resurrección de Cristo, por mano del Santo Padre es, para un creyente, un privilegio inigualable y un bien inestimable. A los casi 56 años, es un hecho histórico, excepcional e inolvidable, que señala un giro radical y definitivo con respecto al pasado. El milagro de la Resurrección de Cristo se reflejó sobre mi alma, liberándola de las tinieblas de una predicación donde el odio y la intolerancia en la confrontación con lo “distinto”, condenado acríticamente como “enemigo”, prevalecen sobre el amor y el respeto al “prójimo” que es siempre y, como sea, “persona”. Es así como mi mente se ha liberado del oscurantismo de una ideología que legitima la mentira y la simulación, la muerte violenta que induce al homicidio y al suicidio, la ciega sumisión a la tiranía, permitiéndome adherir a la auténtica religión de la Verdad, de la Vida y de la Libertad. En mi primera Pascua como cristiano, no sólo he descubierto a Jesús, he descubierto al verdadero y único Dios, que es el Dios de la Fe y la Razón.

El punto de arribo
Mi conversión al catolicismo es el punto de arribo de una gradual y profunda meditación interior a la que no hubiera podido sustraerme, dado que desde hace cinco años estoy obligado a llevar una vida blindada, con la vigilancia fija en casa y la escolta de los carabinieri a cada uno de mis movimientos, a causa de las amenazas y de las condenas a muerte infligidas por los extremistas y terroristas islámicos, tanto de los residentes en Italia como de los activistas del exterior. Tuve que interrogarme sobre la actitud de aquellos que, públicamente, se han declarado por la guerra santa (Fatwe), y sobre las declaraciones de juristas islámicos, denunciándome a mí, que era musulmán, como “enemigo del Islam”, “hipócrita, porque es un cristiano copto que finge ser musulmán para dañar al Islam”, “mentiroso y difamador del Islam”, legitimando de este modo mi condena a muerte. Me pregunté cómo era posible que quien, como yo, ha combatido con convicción y tenacidad por un “Islam moderado”, asumiéndose la responsabilidad de exponerse en primera persona en la denuncia del extremismo y del terrorismo islámico, haya terminado por ser condenado a muerte en el nombre del Islam y sobre la base de una legitimación coránica. De este modo, vine a caer en la cuenta de que, más allá de la contingencia que significa el fenómeno de los extremistas y del terrorismo islámico a nivel mundial, la raíz del mal es intrínseca a un Islam que es fisiológicamente violento e históricamente conflictivo.

Paralelamente, la Providencia me hizo encontrar a algunas personas católicas practicantes de buena voluntad que, en virtud de su testimonio y de su amistad, se han vuelto poco a poco, un punto de referencia en el plano de la certeza de la verdad y de la solidez de los valores. Comenzando por tantos amigos de Comunión y Liberación con Julián Carrón a la cabeza; por religiosos simples como el padre Gabriele Mangiarotti, la Hermana Maria Gloria Riva, el padre Carlo Maurizi y el padre Yohannis Lahzi Gaid; hasta el redescubrimiento de los salesianos gracias al padre Angelo Tengattini y el padre Maurizio Verlezza, culminado en una renovada amistad con el Rector Mayor, padre Pascual Chávez Villanueva; hasta el abrazo de altos prelados de gran humanidad como el cardenal Tarcisio Bertone, monseñor Luigi Negri, Giancarlo Vecerrica, Gino Romanazzi y, sobre todo, monseñor Rino Fisichella que me ha seguido personalmente en el recorrido espiritual de aceptación de la fe cristiana.
Pero, indudablemente, el encuentro más extraordinario y significativo en la decisión de convertirme fue con el Papa Benedicto XVI, al que admiré y defendí desde musulmán, por su maestría en el plantear el vínculo indisoluble entre fe y razón, como fundamento de la auténtica religión y de la civilización humana, al que adhiero plenamente como cristiano, por inspirarme nueva luz en el cumplimiento de la misión que Dios me ha reservado.

La elección y las amenazas
Querido Director, me preguntaste si no temía por mi vida, conciente de que la conversión al cristianismo me procurará ciertamente una enésima y mucho más grave condena a muerte por apostasía. Tienes toda la razón. Sé con qué me voy a encontrar, pero afrontaré mi suerte con la cabeza alta, con la columna erguida y con la solidez interior de quien tiene la certeza de la propia fe. Y estaré aún más así, después del gesto histórico y valiente del Papa que, desde el primer instante en que supo acerca de mi deseo, aceptó inmediatamente impartirme en persona los sacramentos de iniciación al cristianismo. Su Santidad ha lanzado un mensaje explícito y revolucionario a la Iglesia que hasta el momento, se ha mantenido demasiado prudente en la conversión de los musulmanes, absteniéndose de hacer proselitismo en los países con mayoría islámica y callando sobre la realidad de los conversos en los países cristianos. Por miedo. El miedo de no poder custodiar a los conversos frente a su condena a muerte por apostasía y el miedo de las represalias en las confrontaciones de los cristianos residentes en países islámicos. Sin embargo, Benedicto XVI, con su testimonio, nos dice que es necesario vencer el miedo y no tener ningún temor en el afirmar la verdad de Jesús, incluso con los musulmanes.

Basta de violencia
Por mi parte, digo que es hora de ponerle fin a la arbitrariedad y la violencia de los musulmanes que no respetan la libertad de elección religiosa. En Italia, hay millares de conversos al Islam que viven serenamente su nueva fe. Pero también hay millares de musulmanes conversos al cristianismo que se ven obligados a esconder su nueva fe por el miedo a ser asesinados por los extremistas islámicos que anidan entre nosotros. Fue por uno de estos “casos” que evocan la mano discreta del Señor, que mi primer artículo escrito para el Corriere, el 3 de septiembre de 2003, se intitulaba “Las nuevas catacumbas de los islámicos conversos”. Era una encuesta a algunos neo-cristianos que denunciaban, en Italia, su profunda soledad, espiritual y humana, frente a la ausencia de las instituciones del estado que no velan por su seguridad y frente al silencio de la Iglesia misma. Sin embargo, espero que del gesto histórico del Papa y de mi propio testimonio, surja el convencimiento de que ha llegado la hora de salir de las tinieblas de las catacumbas y de afirmar públicamente la propia voluntad de ser plenamente sí mismos. Si no estamos en condiciones aquí, en Italia, en la cuna del catolicismo, en nuestra casa, de garantizar a todos la plena libertad religiosa, ¿cómo podremos llegar a ser creíbles cuando denunciamos la violación de tal libertad en otros lugares del mundo?
Ruego a Dios para que esta Pascua especial done la resurrección del espíritu a todos los fieles en Cristo, que hasta ahora han sido sojuzgados por el miedo.

Magdi Allam
(traducción de la carta publicada en Corriere della Sera, 23 marzo 2008)



Respuesta vaticana a críticas islámicas contra el bautismo de Magdi Cristiano Allam
Nota del padre Federico Lobardi, S.I.

CIUDAD DEL VATICANO, domingo, 30 marzo 2008 (ZENIT.org).- Publicamos la declaración que ha emitido el padre Federico Lombardi S.I., director de la Oficina de Información de la Santa Sede, en respuesta a una nota crítica al Bautismo impartido por Benedicto XVI al periodista Magdi Cristiano Allam, subdirector de «Il Corriere della Sera», publicada por el profesor Aref Ali Nayed, director del Royal Islamic Strategic Studies Center, quien ha tenido un papel decisivo para el diálogo islámico cristiano con la redacción de la «Carta de los 138 sabios» musulmanes enviada al Papa y a líderes cristianos.
* * *
Ante todo, la afirmación más significativa es, sin duda, la confirmación de la voluntad del autor de continuar el diálogo de profundización y conocimiento recíproco entre musulmanes y cristianos. Y de no cuestionar en absoluto el camino emprendido con la correspondencia y los contactos establecidos, a lo largo del último año y medio, entre los sabios musulmanes, que firmaron las conocidas cartas, y el Vaticano. En particular, por medio del Pontificio Consejo para el Diálogo Interreligioso. Este camino debe proseguir, es extremadamente importante. No se debe interrumpir y es prioritario con respecto a episodios que pueden ser objeto de malentendidos.
En segundo lugar administrar el bautismo a una persona significa reconocer que ha acogido la fe cristiana libre y sinceramente, en sus artículos fundamentales, expresados en la ‘profesión de fe'. Ésta viene proclamada públicamente con ocasión del bautismo. Naturalmente, todo creyente tiene la libertad de conservar sus propias ideas sobre una vastísima gama de cuestiones y problemas, en los cuales, entre los cristianos hay un legítimo pluralismo. Acoger en la Iglesia a un nuevo creyente no significa, evidentemente, asumir todas sus ideas y posiciones. En particular, sobre temas políticos y sociales.

El bautismo de Magdi Cristiano Allam es una buena ocasión para reiterar expresamente este principio fundamental. Él tiene el derecho de expresar sus propias ideas, que siguen siendo ideas personales. Evidentemente, sin que éstas se vuelvan, de ninguna forma, expresión oficial de las posiciones del Papa o de la Santa Sede.En cuanto al debate sobre la lección del Papa en Ratisbona, las explicaciones sobre su correcta interpretación en las intenciones del Papa fueron dadas a su debido tiempo y no hay motivo para cuestionarlas de nuevo. Al mismo tiempo, algunos temas abordados entonces, como las relaciones entre la fe y razón, entre religión y violencia, permanecen naturalmente objeto de reflexión y de debate y de posiciones diversas, dado que se refieren a problemas que no se pueden resolver de una vez para siempre.
En tercer lugar, la liturgia de la Vigilia Pascual ha sido celebrada como cada año, y la simbología de la luz y de la oscuridad forma parte desde siempre. Ciertamente es una liturgia solemne y la celebración en San Pedro por parte del Papa es una ocasión muy particular. Pero acusar de maniqueísmo las explicaciones de los símbolos litúrgicos por parte del Papa - que realiza cada vez y en lo cual es maestro - manifiesta quizá, posiblemente, una incomprensión de la liturgia católica, más que una crítica pertinente al discurso de Benedicto XVI.
Finalmente, manifestamos también nuestro desagrado por lo que el profesor Nayed dice acerca de la educación en las escuelas cristianas en los países de mayoría musulmana objetando un riesgo de proselitismo. Nos parece que la grandísima tradición de compromiso educativo de la Iglesia católica también en los países de mayoría no cristiana (no sólo Egipto, la India, Japón, etc.) donde desde hace mucho tiempo la gran mayoría de los estudiantes de las escuelas y universidades católicas no son cristianos y permanecen con serenidad y agradecidos por la educación recibida, merezca otra apreciación. No pensamos que la Iglesia merezca hoy ser acusada de falta de respeto por la dignidad y la libertad de la persona humana. Son otras las violaciones que la Iglesia padece y a las que da atención prioritaria. Y quizá por eso el Papa se ha asumido el riesgo de este bautismo: afirmando la libertad de elección religiosa consecuente a la dignidad de la persona humana.

De todas formas el profesor Aref Ali Nayed es un interlocutor al cual reservamos una altísima estima y con el cual siempre vale la pena confrontarse lealmente. Esto permite tener confianza en el proseguimiento del diálogo.

(Fuente ZENIT. Traducción de «Radio Vaticano»)

La contemplación de la belleza

Paradiso, canto XXXIII

Una famosa terzina (vv.94-96) de Dante en la Divina Comedia, en el último canto del Paradiso, dice:

Un punto solo m'è maggior letargo
che venticinque secoli a la 'mpresa
che fe' Nettuno ammirar l'ombra d'Argo.

Un sólo instante me es mayor letargo
que veinticinco siglos a la empresa
que hizo a Neptuno admirar la sombra de Argo.

Dante ha visto a Dios al final de su recorrido, él nos quiere decir algo que es imposible de entender para nosotros, él mismo pide a esa somma luce:

Fa la lingua mia tanto possente,
ch'una favilla sol de la tua gloria
possa lasciare a la futura gente.

Haz mi lengua tan poderosa
que sólo un poquito de tu gloria
pueda dejar a la futura gente.

Fue tal el éxtasis y la conmoción de contemplar algo que excede todo concepto mortal que él como tal, porque está tan vivo como nosotros, no lo puede explicar. Antes de ver a Dios, San Bernardo le pidió a la Virgen en una santa oración que cuidara las facultades de Dante, que lo mantuviera sano y salvo, porque no se puede mirar a Dios al rostro y quedar intacto. Una cita del último libro de Benedicto XVI, puede servir para entender mejor este punto, que se encauza en la tradición mística judeocristiana, de la cual Dante era consciente:

“Pero llegados a este punto debemos recordar otra historia digna de mención sobre la relación de Moisés con Dios que se relata en el Libro del Éxodo. Allí se nos narra la petición que Moisés hace a Dios: «Déjame ver tu gloria» (Ex 33, 18). La petición no es atendida: «Mi rostro no lo puedes ver» (33, 20). A Moisés se le pone en un lugar cercano a Dios, en la hendidura de una roca, sobre la que pasará Dios con su gloria. Mientras pasa Dios le cubre con su mano y sólo al final la retira: «Podrás ver mi espalda, pero mi rostro no lo verás» (33, 23)”
Este misterioso texto ha desempeñado un papel fundamental en la historia de la mística judía y cristiana; a partir de él se intentó establecer hasta qué punto puede llegar el contacto con Dios en esta vida y dónde se sitúan los límites de la visión mística.” (Benedicto XVI, Jesús de Nazareth, p. 27)

Dios es el Amor che move il sole e l'altre stelle (último verso de la obra), si uno mira al Amor se enamora, cambia: ésta es la idea.

Entonces dice que para él un sólo instante que pasa es de mayor olvido por la eternidad que contempló que veinticinco siglos atrás al momento en que Neptuno admiró la sombra de Argo. Él recuerda más y mejor ese momento veinticinco siglos atrás que cuando contempló la Luz, la Eternidad, a Dios. Porque, al contemplar ese punto, entendió y a su vez fue todo eso: él fue Neptuno que admiraba la sombra de la nave Argo, fue la nave, fue el agua, fue uno de los argonautas encima de la nave... En definitiva, él fue la verdad, fue la luz que es verdadera por sí misma, la cual hace que fuera de ella todo sea defectivo, mientras que lo que es allí, es perfecto.

Argo fue la primera nave: este suceso corresponde a la mitología griega, según la cual los navegantes, con Jasón a la cabeza, fueron por el vellocino de oro. Es el origen de la civilización, del comercio. Neptuno antes estaba habituado a ver pedazos de leño a la deriva, o animales, u otra cosa, entonces cuando ve la nave se admira de ver algo nuevo. Este símil o comparación es maravilloso: ¡habla del asombro de un dios en el fondo del mar contemplando algo! Uno, pensando estos versos hermosos desde la perspectiva del dios –cómo vio la nave desde el fondo del mar– se asombra de la maravillosa belleza poética de Dante, porque además el océano da sensación de profundidad y de vastedad inconmensurables, que pueden calificar la experiencia que Dante “sufrió”:

Io credo, per l'acume ch'io soffersi
del vivo raggio, ch'i' sarei smarrito,
se li occhi miei da lui fossero aversi.

Yo creo, por la agudeza que sufrí
del vivo rayo, que yo me habría perdido
si mis ojos se hubiesen apartado de él.

Ha visto algo realmente bello. Al contemplar la belleza, Dante no puede permanecer intacto ante la vivencia “transhumana” (neologismo dantesco), no sólo volvería a perderse (usa el verbo smarrire: el mismo de los primeros versos de la obra, aquellos en que la diritta via era smarrita, o sea, “la recta senda era perdida”), sino que también volvería a sufrir al apartar los ojos del rayo.

Dice que su vista se consume. Ve un punto ligado con amor en que se ahonda todo lo que se abre en el universo. Sustancias, accidentes y su costumbre. Dios es el amor, entonces al mirarlo él cambia, como atestigua:

Ma per la vista che s'avvalorava
in me guardando, una sola parvenza,
mutandom' io, a me si travagliava.

Pero por la vista que cobraba más valor
en mí mirando, una sola apariencia,
yo mutándome, a mí se trastocaba.

También comenta que ve la efigie humana, porque su rostro estaba contenido en ella, vio no sólo su rostro, sino los rostros de todos los humanos eternamente, los del pasado, los de ahora –los suyos y el mío– y los del futuro.

Dentro da sé, del suo colore stesso,
mi parve pinta de la nostra effige:
per che 'l mio viso in lei tutto era messo.

Dentro de sí, de su mismo color,
me pareció ver pintada nuestra efigie
porque mi rostro en ella estaba todo contenido.

Él no puede entender cómo mirando a Dios se puede ver a sí mismo, y aquí es donde Roberto Benigni (cuya interpretación es maravillosa, y en la cual me baso en parte para este comentario -noblesse oblige- del paraíso dantesco) dice: "Sólo siendo Dios se puede hablar de Dios". Ya que Dante está allí y él mismo por ver la eternidad, se da cuenta de que al formar parte de ella es la Verdad misma, él puede aprehender la Verdad eterna y serla al mismo tiempo, al ver lo que quiere ver al final de su peregrinaje cósmico, se da cuenta de la eternidad de su alma y de la suma felicidad del paraíso en torno a Dios, está a punto de desfallecer del éxtasis, se está por incinerar y entregarse a la felicidad perpetua. Ya no quiere volver más al mundo, ¿quién querría después de experimentar eso?

Los últimos versos son estos:

ma non eran da ciò le proprie penne:
se non che la mia mente fu percossa
da un fulgore in che sua voglia venne.

A l'alta fantasia qui mancò possa;
ma già volgeva il mio disio e 'l velle,
sì come rota ch'igualmente è mossa,
l'amor che move il sole e l'altre stelle.

Mas no bastaban las propias alas:
si no que mi mente fue herida
de un fulgor que vino en su voluntad.

A la alta fantasía aquí faltaron fuerzas;
mas ya giraba mi deseo y mi voluntad,
así como rueda que es igualmente movida,
el amor que mueve el sol y las otras estrellas.

En estos últimos versos nos describe el momento en que finalmente entendió todo, él siente un fulgor que lo hiere de tanta claridad. Dice que a la fantasía faltaron fuerzas, o sea, la fantasía humana puede alcanzar niveles insospechados, pero para la percepción y el momento que vivió no hay fantasía, imaginación o profundidad intelectual que sean suficientes.

La parte final es de extraordinaria belleza. Dante usa la imagen de una rueda que es igualmente movida para dar cuenta de cómo todo gira en el mundo, perfecta, equilibradamente como la figura del cosmos en la armonía, cómo todo gira en el ser en la maravilla de la vida, en la extraordinariedad de estar vivos. Y así quien gira su deseo y su voluntad, como una rueda igualmente movida, es Dios, o sea, el amor que mueve el sol y las otras estrellas.

Vuelve en sí por intercesión de la Virgen, que había prometido cuidar de sus facultades y mantenerlo sano luego de la vivencia divina. Vuelve con nosotros al mundo para contarnos que vio a Dios, que vio el infinito en la dicha eterna, que estuvo en el paraíso. Y éste es un regalo que hace a la humanidad, un regalo vivificante y conmovedor, de aquel entonces y para siempre.

Paradiso XXXIII, recitado por Roberto Benigni:



Lucas E.
http://www.de-vita.blogspot.com/

La fuerza que cambia la historia es la misma fuerza que cambia el corazón del hombre

Acerca del conflicto entre el gobierno y el agro

La situación de desencuentro y enfrentamiento que estamos atravesando en nuestro país es, ante todo, una circunstancia que nos reclama a una mayor y más profunda comprensión de la realidad; permite verificar qué es lo que más ama y defiende cada uno y es útil también para poner en evidencia cuáles son las posturas más favorables para la construcción y el desarrollo humanos.

Las medidas inconsultas y cuanto menos irreflexivas que el gobierno del estado ha decretado, de grave impacto sobre los productores agrícolas en forma directa, pero extensivas al desarrollo de vastas regiones del país, han desatado una reacción profunda de los sectores productivos primarios y de los habitantes de numerosas ciudades y pueblos, síntoma de las exigencias constitutivas –de constructividad, de libertad, de verdad- que todos los hombres tenemos en común.

El camino y el discurso del gobierno en estos días se han apoyado en declaraciones y provocaciones muchas veces lejanas de la verdad, propagadoras artificiales de confrontación y gestos violentos más o menos explícitos entre argentinos, de división entre grandes y pequeños, entre ricos y menos ricos.

Ahora que, en apariencia, los actores principales del conflicto se sientan a dialogar para encontrar soluciones superadoras, se evidencian posiciones que de hecho conspiran contra la fecundidad del mismo diálogo. Porque el diálogo es fructífero cuando se reconoce recíprocamente en los interlocutores una dignidad civil, social y política, como presencia útil en la comunidad.
Aún en la mesa del diálogo, el gobierno rehúye este deber, que en los hechos tendría que traducirse en una reformulación profunda de las políticas y medidas aplicadas al sector, superando el cálculo y la defensa de posiciones e intereses, buscando junto con los protagonistas reales de dichas políticas, los pasos más adecuados para la construcción y defensa del bien común y personal de los argentinos.

El primer hecho capaz de cambiar y encauzar esta situación, para el gobierno, los productores y para cada uno de nosotros, es aquel que nos cambia a nosotros mismos: encontrarnos con una persona que nos toma en serio, hasta lo profundo de lo que el corazón humano exige. Es el camino que Cristo ha hecho con el hombre, con nosotros.

Por eso es imprescindible que no reduzcamos estas exigencias. Es el momento propicio para que el poder político reconozca y no sustituya, en los hechos, la dignidad de la sociedad civil y de sus organizaciones, promoviendo y protegiendo el bien y la libertad de todos; ayudando, favoreciendo y orientando la construcción de una sociedad más habitable para la persona. Esta es la tarea de un gobierno; de hecho, la más importante.

Comunión y Liberación